domingo, 8 de diciembre de 2013

TRES RELATOS SOBRE LA MENTIRA



Durante algunas tutorías, los alumnos de 4ºA y 4º de Diversificación han estado trabajando sobre la mentira a través de la película Good Bye Lenin. En ella, hemos visto las caras que puede tener la mentira, lo que supone para quienes nos rodean y las consecuencias que tienen en uno mismo. Como actividad voluntaria, se propuso la creación de textos breves en los que se reflexionara sobre la mentira. Aquí tenéis los que me han hecho llegar.


LA MENTIRA


¿Mentirías para proteger a alguien que quieres? Yo lo hice, y justo ahora me pregunto si está bien o mal, si debí hacerlo o no. Pero supongo que ya da igual. Lo hecho, hecho está. Entonces... ¿por qué me siento tan culpable? 
Todo comenzó el día en que le conocí. Se llamaba Tomás y era nuevo en el instituto. Iba a mi clase, y con el tiempo nos hicimos amigos. no era un chico como los demás, estaba loco, pero era una buena persona. Aunque lo que yo no sabía es que esa locura suya iba a traerme muchos problemas. 
Un día, después de terminar el instituto, me convenció para ir a una fiesta en un descampado. Bebimos, bailamos, reímos y nos emborrachamos. De vuelta a casa nos encontramos a un hombre tirado en la calle, que nos pidió limosna. Tomás le dijo que no llevábamos nada encima y el hombre le agarró de la pierna y le suplicó que por favor le diera algo. De repente, Tomás comenzó a dar patadas y a pegar a aquel hombre. Yo me quedé paralizada, no sabía qué hacer; intenté detenerle, pero me empujó al suelo. Y cuando me quise levantar, el vagabundo... ya estaba muerto. Y Tomás estaba desmayado en el suelo.
Le llevé hasta su casa y después me fui a la mía, me metí en la cama y me dormí deseando que todo esto hubiera sido un sueño. A la mañana siguiente, en los periódicos apareció la noticia de un vagabundo muerto, el mismo que Tomás había matado la noche anterior, y él no se acordaba de nada. Así que tomé una decisión: no dije nada, me callé y el crimen quedó sin resolver. Y Tomás jamás supo que había matado a una persona. Y yo ahora me pregunto ¿hice lo correcto? ¿Debería haber dicho a Tomás lo que pasó en realidad, en vez de decirle que se desmayó y le llevé a casa? La verdad, no lo sé. Pero si he aprendido algo de esta experiencia, es que la verdad y la mentira son algo que puede hacer daño por igual.

Cristina Santos. 4º A



MENTIR A TUS PADRES SOBRE LAS NOTAS


Ese momento de llegar a casa y que tus padres te pregunten ¿qué tal el instituto?¿las notas, te han dado alguna nota? Entonces tú, incómodamente le dices la nota del examen, pero esa no es la realidad. La nota que le has dicho es más que la que tú has sacado, le has sumado unos puntos de más, o incluso unas décimas, lo justo para que se la crea y todos tan contentos. Para algunos es un momento incómodo y malo pero están acostumbrados porque lo llevan haciendo días o incluso algún año. En cambio, para otros es otro mundo. Les cuesta mentir y sentirse mal, pero lo hacen. Y yo creo que lo hacen por el simple motivo de hacer felices a sus padres, y así les deje salir con los amigos a echar una charla o tomar algo. Pasan los meses y las notas llegan. Llega el boletín de las notas con los suspensos y los insuficientes. Es el momento deseado de todos los padres "las regañinas y celebraciones". Entonces tú aceptas el castigo, si le hay, y si no, pues a vivir el verano.

Pues esto mismo le ocurre a Marcos, un chaval de 3º ESO. Es Majo, tiene educación, a la vez que rebelde, estudia lo suficiente, es buena gente. A lo largo del curso va sumando décimas y puntos a las notas. 21 de junio a las 12:00 de la mañana y Marcos llega tan feliz a casa. Sólo le han quedado tres. Se lo cuenta a su madre. Su madre contenta, pero a la vez triste. Entonces le pide una explicación a Marcos. Éste, como puede, se las da. El chico le promete que se pondrá a estudiar, que este año sí que sí. Lo normal, lo que hacemos todos. Él está convencido de que éste es su VERANO, que este va ser el bueno. 

Su madre le prometió que si las notas eran decentes, le compraría un móvil. A los pocos días, tuvo un móvil nuevo. Pero esto no fue lo mejor de todo, sino que el día 8 de julio su madre le haría una fiesta sorpresa en su chiringuito con amigos, música, comida, bebida y piscina. Marcos no se lo creía. ¡Alucinaba! 

El día 22 de julio les llevó e invitó a su hijo y a tres amigos a un concierto, al de su grupo favorito. Marcos no se lo creía. ¡Alucinaba!

El día 30 de julio se fue de excursión al Parque de Atracciones, se lo pasó superbien. Marcos no se lo creía. ¡Alucinaba!

El día 15 de agosto encontró el amor, a su media naranja, y su madre le dejó estar en casa con su "amiga-novia". Marcos no se lo creía. ¡Alucinaba!

El día 29 de agosto, ese día un ruidito le decía "¡pi-pi-pi...!", pero él seguía su día. Pero de repente, un ruidazo se oye en su cabeza. Era su madre diciéndole "¡Vamos, que llegas tarde!" De un brinco se despertó y vio que todo había sido un sueño, que todo había sido un asqueroso y horrible sueño. Se levantó y poco a poco se fue dando cuenta de que era de nuevo la rutina.

Victoria Crespo. 4º A



AMOR ENGAÑADO


Le vi en la noria, con su preciosa sonrisa y su mirada brillante, me hipnotizó. No sabía si acercarme y hablarle o aceptar que era demasiado perfecto para mí e irme.
Me temblaban las manos, sudaba fío, tartamudeaba e incluso mi cara se puso roja, pero a pesar de ello le saludé, con el fin de mantener una conversación y conocer más sobre ella.Tan amable y sonriente se mostró ante un simple hola que no supe qué más decirle. Ella, por el contrario, se presentó: 

- Hola, soy Marta, ¿y usted?

Mis palabras no querían salir, y aunque sabía que debía responder, allí me quedé, inmóvil.
Ella, enojada por mi actitud tan silenciosa, se marchó.
Arrepentido por mi cobardía, decidí ir al día siguiente a la noria por si allí le encontraba de nuevo. Pasaron los días y mis esperanzas de volver a verla iban disminuyendo. Tan sólo me quedaba aceptar que la perdía para siempre. Volví a mi vida, trabajo, casa, trabajo. Pronto me dí cuenta de que los años pasaban, y yo aun me encontraba sólo, sin nadie a quien demostrarle mis sentimientos. Decidí comentárselo a un amigo, quien me prometió presentar a una amiga suya. 
Así fue. Días más tarde me la presentó, y puedo asegurar que mi asombro fue tal, que si en ese momento hubiese habido un espejo, no me habría reconocido. Sí, era ella, Marta, la misma chica de la noria a quien dejé plantada como un bobo. Ella, por el contrario, no me conoció, el paso del tiempo me había cambiado.
En esta ocasión sí pudimos conversar, mis palabras optaron por salir; se conoce que su dulce voz hizo que me calmara. Congeniamos tan bien que quedábamos día tras día con pequeñas excusas para no demostrar que en realidad nos echábamos de menos. Acabamos juntos, pasando un verano increíble, lleno de risas y besos, todo era perfecto, nuestro amor era tan verdadero que no parecía que acabara nunca.
Pero ante estos momentos tan maravillosos, sabía que en el fondo debía contarle quién era verdaderamente, no soportaría un día más mintiéndole. Me dispuse: 

- Marta, he de confesarte algo.
- Bien, dime pues.
- ¿Te acuerdas de aquel chico que se quedó callado el día de la noria? Pues bien, era yo.
- Pe.. per... pero tú, ¿tanto cambiaste  como para que no te reconozca?
- Así es, querida.
- ¡No! ¡No me llames más! Si tú eres ese chico, de ti no quiero saber más. Nuestra relación está basada en una mentira. Aquel día me rompiste el corazón.
- No fui yo el que quiso tu enfado, mi cuerpo no reaccionó ante tan hermosa persona.
- No me vengas con excusas. Tú y tu cuerpo sois el mismo ser, si de verdad me querías no debiste dejarme ir.
- Te esperé días enteros sentado junto a la noria, pero allí no te volví a ver nunca más.
- Podría ser cierto cuanto dices, mas ya no creo que podamos seguir juntos. Lo mejor será nuestro olvido.
- Yo no quiero tu olvido, pero si eso será tu felicidad, de mí ya no sabrás más.

Desde aquel día que me marché, es cierto no volví a saber más de ella, ni ella de mí, mas yo siempre la recuerdo. Hay veces que mi corazón está tan roto que sólo me consuelo en escribir poesía. Y con tal me despido:

Amor sincero
que sonríe
mis días, 
hoy te veo,
y pienso: 
¿Qué fue
de tus dulces versos?
Sandra Arco. 4º A

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